La mayoría de nosotros solemos pescar en la misma zona, en las mismas playas. Ya bien sea por comodidad, cercanía o porque estas playas nos dan buenos resultados. Seguramente todos tenemos una “playa favorita” en la que hemos hecho cientos, sino miles, de lances; la cual creemos conocer bien, aunque solo sea por las horas que hemos pasado allí.
Y quien no se ha preguntado alguna vez, mientras oteaba el horizonte: ¿que estará pasando allí abajo?, ¿que peces rondarán el cebo?, ¿enrocaré al recoger?… Estas incógnitas pueden tener fácil solución: es imprescindible saber leer las playas, ¿y como se hace eso?… pues a eso vamos.
Por supuesto que no está en mi ánimo “sentar cátedra” con ninguno de estos comentarios. Solo son opiniones, que espero puedan serviros u orientaros. Pero, como todos sabemos, esto de la pesca no es ni mucho menos una “ciencia exacta” y en eso radica, creo yo, toda su gracia.
Profundidad; suelo arenoso, pedregoso, mixto; algas; rocas sumergidas; pasillos entre rocas; pozas…sin olvidar mareas, vientos y corrientes; son cuestiones de vital importancia cuando queremos sacar el mayor partido a nuestra zona de pesca.
Para empezar no me andaré por las ramas, lo mejor sin duda alguna es bucear los sitios de pesca, siempre que se pueda ;-). Así podremos ver como es el fondo de la playa, las especies que por allí rondan y sobre todo los accidentes que tenga la playa bajo el agua. Para mí es fundamental tener este primer contacto para saber interpretar los rasgos de la playa y poder así acomodar nuestra pesca a las peculiaridades del lugar. Se convierte en necesario bucear varias veces el mismo paraje, ya que de un año para otro las corrientes y temporales cambian la fisonomía de la playa con frecuencia y aparecen rocas donde no las había, la profundidad varía o desaparecen bancos de arena.
Dicho esto pasemos a comentar algunos rasgos de nuestras playas… pero en la siguiente entrega ;-).